Una docena de las mejores playas de Asturias
Más de doscientas arenales abrazan una costa bendecida por la naturaleza. Algunas de las más sobresalientes..........
La abruta geografía asturiana se asoma a la costa como una atractiva manzana verde a la que las aguas espumeantes del Cantábrico han mordisqueado con deleite, dejado cientos de playas deliciosas que esconden sus arenas entre promontorios promontorios arbolados. Seleccionar las diez mejores es cuando menos muy audaz, ya que necesariamente habrán de quedar fuera del podio otras tantas que también merecerían estar en él. Tomémoslas, pues, como un ejemplo representativo de la gran calidad y belleza que atesoran las más de doscientas playas que festonean una costa bendecida por los dioses y besada y lamida con fruición por las espumas incansables de un mar enamorado.
Una playa es mucho mas que la extraña relación entre la arena y el agua. Ninguna playa ni persona puede verse a sí misma. Para apreciar la belleza hace falta una mirada, una perspectiva, un punto de vista. La singularidad de las playas asturianas reside en el hecho de que su particular orografía ofrecemiradores incomparables, desde los que apreciar la belleza de las playas en el esplendor de su entorno.
Playa de San Lorenzo, Gijón
Playa de San Lorenzo
Tomando como referencia Gijón, podemos dividir la selección entre las playas orientales, de arenas finísimas y doradas, y las occidentales, más oscuras, abrutas y peculiares, pero también de extraordinaria fuerza y belleza. Tal vez sorprenda a algunos saber que la mayoría de las playas seleccionadas no tienen bandera azul, pero eso no quiere decir que no posean una gran belleza o no estén escrupulosamente limpias y bien cuidadas, sino que la bandera azul exige ciertos requisitos y servicios que difícilmente pueden darse en parajes apartados.
Playa de San Lorenzo
Playa de San Lorenzo
Es la joya de Gijón, el mayor orgullo de sus ciudadanos, referencia inexcusable, lugar de encuentro, paseo y solaz. Lo curioso es que esta hermosa playa era una marisma cuando los romanos fortificaron la península de Cimadevilla. En el siglo XIX la marisma fue desecada, construido El Muro que la bordea. Hoy El Muro es uno de los mejores paseos marítimos de España. Amplio, limpio, y abierto a la brisa del mar, bordea el caprichoso perfil de la costa durante kilómetros, hasta mucho más allá de la playa propiamente dicha.
En su extremo occidental se levanta Cimadevilla, el casco histórico y la colina del mismo nombre, coronada por el «Elogio del Horizonte», un monumento de Chillida. Allí está también el Club de Regatas, que ofrece, sin el menor género de dudas, la más sorprendente y extraordinaria perspectiva de la playa y su marco urbano. Basta extender la vista desde esa privilegiada atalaya para enamorarse de San Lorenzo, del Muro y de la ciudad.
Es justamente en este extremo de la playa donde cogen las olas los surferos. No hace mucho que una familia de delfines buscó allí mismo el encuentro con los miembros de una escuela de surf, con los que interactuaron amistosamente. Algo tendrá esta playa cuando hasta los inteligentes delfines muleros la eligen para ligar con los humanos.
Al otro extremo se levanta «Somió Hills», las exclusivas colinas salpicadas de chalets y casoplones donde viven los más pudientes. Es en esta parte de San Lorenzo donde se juega al voley y al fútbol, quizá por quedar a sólo un tiro de ballesta del mítico Molinón, una auténtica bombonera donde siempre se jugó un fútbol exquisito. Y si no, que se lo pregunten a Quini. Yo me atreví a pedirle, entre culín y culín de sidra, que me enumerara los cinco mayores atractivos de la ciudad. Sin dudarlo, empezó por la Playa de San Lorenzo. Con eso está todo dicho. Es posible que haya otras tan buenas como esta, pero no disfrutan del abrazo permanente de Gijón.
Playa de Carranques, Perlora - Carreño
Playa de Carranques, Perlora - Carreño
Playa ubicada en un entorno paisajístico de interés con calas, cuevas y abundante vegetación. Ofrece bastantes servicios y rampas de acceso para minusválidos.
Presenta forma de concha. Posee un paseo marítimo totalmente urbanizado que partiendo de la Playa de Candás, llega hasta la de Xivares, pasando entre otras por las de Huelgues, y Tranqueru ; puede considerarse un paseo de fácil realización a pie. Puede accederse a la playa mediante una escalera situada tras la zona de aparcamiento que se ubica cerca de un camping.
Playa de Salinas, Castrillón
Playa de Salinas
La Playa de Salinas queda a poniente de Avilés y, como la Santísima Trinidad,consta de tres playas distintas, y una sola verdadera. El trecho del Real Balneario, que se aprieta contra La Peñona, el promontorio que la abriga de los vientos de poniente, es una playa de ciudad, cómoda y muy próxima al núcleo urbano.
Playa de Salinas
El que fuera Real Balneario es hoy un magnífico y frecuentado restaurante sobre la misma arena. Justo al lado, en el lomo de La Peñona, hay un curioso museo al aire libre, llamado de Las Anclas, con esculturas que coquetean con el viento y parecen hechas por César Manrique, aunque no sea el caso, y, claro, numerosas anclas diseminadas por doquier. El museo cuenta con un magnífico busto de bronce de Philippe Cousteau, hijo del legendario oceanista fallecido en accidente en la costa portuguesa, coronando imperturbable una imponente roca, en la que el mar se estrella con furia, dando lugar a una imagen poderosa, dramática e inolvidable.
Pero también lo es la vista que se disfruta mirando hacia el otro lado, donde la playa se prolonga más allá del centro urbano, formando un largo trecho de dunas que mira a poniente y permite ver el sol ponerse sobre el mar, algo muy raro en la costa astur. El trecho final pertenece a San Juan de Nieva, un pueblecito pegado a Avilés, y, esta zona sí ostenta una bandera azul por su limpieza y servicios. Son tres kilómetros de playa en total, un paseo extraordinario por arenales distintos sin abandonar la misma playa.
Playa de Verdicio, Gozón
Playa de Verdicio
El curioso nombre de esta playa solitaria y brava dicen que puede ser una contracción de verde y oricio (erizo). Nada que objetar. Verde hay todo lo que quieran alrededor. Hasta el parking es un prado verde que se extiende hasta la misma arena y pertenece al dueño del único chiringuito. Y los erizos, al parecer, también abundan en las numerosas rocas, punzantes como agujas y negras como un pecado, que asoman a ambos extremos de la orla de arena. Es una playa brava y solitaria, ideal para surfistas. De junio a septiembre cuenta con un equipo de salvavidas, que no quita ojo a los bañistas.
Una cosa interesante de esta playa es su situación, muy próxima al Cabo Peñas, el punto más septentrional de Asturias, a solo 6 kilómetros de distancia. La estructura del faro sigue en pie en su forma original, pero ya no hay farero ni falta que hace, puesto que todo se controla ahora a distancia. Pero lo que sí hay es un privilegiado restaurante, «Cuatro Vientos», que ofrece unas vistas sublimes sobre la rugosa costa asturiana hasta casi dar vista al puerto de Gijón.
Playa de Silencio, Cudillero
La Playa de Silencio, rodeada de acantilados
A la Playa de Silencio, próxima a Castañeras, los lugareños la dicen Gavieiru, un nombre que deriva de gavia, que es como llaman aquí a las oquedades y agujeros que perforan la base de su acantilado. Como en casi todas las playas del occidente astur, sus rocas son de pizarra y arenisca; de ahí su peculiares colores: negros en el primer caso, y albero en el segundo. Es una playa estrecha, cerrada en su extremo oriental por un imponente acantilado y cercada por pendientes laderas que hacen complicado el acceso. Tiene el encanto de la soledad y de los bucólicos paisajes de su entorno, aunque, lamentablemente, algunos no pueden verse desde la playa.
El tramo de costa que hay en la zona de Cudillero y Valdés, a la que pertenece la llamada Playa del Silencio, es la más abrupta del todo el Cantábrico, la mas compleja geológicamente y también la que ofrece vistas más impresionantes, erizada de rocas negras y punzantes que emergen desafiantes entre espumarajos. Son rocas muy batidas y perceberas, que uno puede contemplar hipnóticamente durante horas.
No he logrado saber por qué la llaman «del silencio» a esta playa que quizá debiera tener por mejor nombre «de la soledad», ya que el rumor del mar rebotando contras las rocas y las paredes del acantilado acompaña sin descanso el descanso del bañista (valga el contradiós). Es, sin embargo, un lugar de indudable magia para quienes buscan alejarse del agobio de las playas masificadas. Particularmente a la hora del ocaso, cuando los últimos rayos de un sol agonizante encienden las paredes del acantilado. Aunque los fines de semana siempre está llena, sigue teniendo un aura de playa salvaje y apartada que hermana, en cierto modo, a quienes acuden a ella.
Playa de Barayo, Navia / Valdés
Playa de Barayo
Magnífico arenal entre los concejo de Navia y Valdés. ¡Qué barbaridad de playa en un entorno asilvestrado, pero tan limpio y ordenado que parece un milagro! El río Barayo, que divide ambos concejos, discurre plácidamente pegado al promontorio que enmarca su flanco occidental, pero de pronto parece cambiar de idea y, dibujando un elegante meandro, sigue paralelo al mar hasta entregarse finalmente en el otro extremo. Como resultado, la playa se ha convertido en una especie de isla. Lo que debió de ser en algún momento el curso natural del Barayo es ahora una fantástica lengua de finísima arena que penetra en tierra pegada al monte. Un lugar apartado, tranquilo y discreto, perfecto para la práctica del nudismo.
Esta playa es conocida también por unas curiosas formaciones rocosas, que se asemejan a una familia de gigantes. Es la marca de la casa, un elaborado trabajo artístico llevado a cabo con mucha paciencia por las aguas del Cantábrico. En el acantilado del extremo oriental, por donde ahora desagua el río, hay una bonita cueva ocupada por una colonia de murciélagos, mientras en lo alto anida el halcón peregrino. Creo que no hace falta decir más para que todo el mundo entienda que se trata de una playa muy especial que recomiendo vivamente, ya que se trata de una de mis favoritas.
Playa de Peñarronda, Castropol
La enorme roca seña de identidad de la Playa de Peñarronda
Esta magnífica playa, en la que ondea orgullosa una bandera azul, tiene también su imagen de marca: una enorme roca redondeada por el cincel de las olas que emerge allá donde rompe el mar. En la meseta del promontorio que la cierra por su flanco oriental se halla el pueblín de Santa Gadea y la pequeña ermita del mismo nombre, permanentemente asomada al mar, como un vigía de la cristiandad. Ya se sabe que las iglesias siempre se construían allá donde mejor pudieran ser vistas. Ambas, la peña ronda y la ermita, son las enseñas de esta playa de facilísimo acceso y muy apta para la práctica del surf.
Playa de Peñarronda
Situada en Barres, entre los concejos de Castropol y Tapia de Casariego, es una de esas playas que los fines de semana siempre está abarrotada, aunque dada su longitud, más de seiscientos metros, y su anchura, que sobrepasa los trescientos, nunca hay sensación de agobio. Durante la semana es territorio casi exclusivo de los surfistas.
He de recomendar vivamente subir al promontorio de Santa Gadea, una alfombrada atalaya que atesora las mejores vistas de la playa y del mar.
Playa de Rodiles, Villaviciosa
Playa de Rodiles
Esta magnífica y popular playa está situada a 4 kilómetros de Selorio, en la desembocadura de la ría de Villaviciosa, en la costa oriental de Asturias, muy distinta de la occidental y caracterizada por sus finísimas arenas doradas. Rodiles es una playa de tarjeta postal, tan perfecta, cuidada y extraordinaria que casi resulta redundante decir que tiene una merecidísima bandera azul.
Y es que Rodiles cuenta con un acceso comodísimo, aparcamiento a pie de playa y un umbroso bosque de eucaliptos, con mesas, bancos y senderos de madera, ideal para hacer picnic a la sombra. La verdad es que se trata de una playa de lujo, en plena naturaleza, con todos los servicios y, al mismo tiempo, apartada.
Aunque el surf ha hecho muy famosa a esta playa en toda Europa, los surferos suelen cabalgar las olas en la zona del Puntal, donde está la boca de la ría, mientras los bañistas en general encuentran aguas más tranquilas en el extremo oriental, a un kilómetro de distancia. Y es que en Rodiles hay playa para todos. ¡Y qué playa!
Playa La Griega, Colunga
Playa La Griega
- Una de las características de las playas orientales de Asturias es que tienen a la espalda los Picos de Europa, tan cerca que salen en todas las fotos con su capa de armiño. El mejor lugar para contemplar La Griega y su espectacular entorno es el Mirador de San Roque. Hay que ir en coche, pero vale la pena. En primer plano se ve desde allí el pueblo de Lastres, uno de los más bellos de Asturias, encastrado en la ladera como si fuera un anfiteatro romano. Más atrás, la larga crestería de un sierra y, al fondo, la mole impresionante de los Picos, dominando el paisaje. Destaca en la distancia la mancha inconfundible de una playita encajonada entre El Castru y el monte San Telmo y rodeada de una sinfonía de verdes: La Griega.
Cuando uno se acerca por fin a la playa, enseguida se da cuenta de que es mucho más grande de lo que parecía desde el lejano mirador de San Roque. Como en casi todas las playas asturianas, hay un río que desemboca en ella. En este caso el Libardón, un regato caprichoso que, como todos los ríos areneros, tiende a cambiar su curso con frecuencia para entregarse al mar donde más le place, en un sitio distinto cada temporada. Un puente salva su curso antes de llegar a la playa. Al otro lado arranca un sendero que lleva hasta un pequeño balcón sobre las rocas, donde se pueden ver las que dicen ser las mayores huellas plantares de dinosaurio jamás descubiertas hasta la fecha en parte alguna del mundo. Uno se pregunta qué haría un animal tan descomunal en un lugar así, pero, claro, eso no lo sabe ni Valdano.
No me pregunten por qué La Griega se llama así. Han tratado de explicármelo con argumentos tan alambicados y especulativos, que he preferido desoirlos para no equivocar a los lectores. Pero puedo asegurarles que es un lugar que merece la pena visitar. La playa en sí, es magnífica y tranquila. El paseo hasta las huellas de los dinosaurios sería recomendable hasta sin huellas y las vistas desde el Mirador de San Roque le dejaran un recuerdo indeleble.
Playa de Santa Marina, Ribadesella
Playa de Santa Marina
El mayor atractivo de Ribadesella, el pueblín que los indianos convirtieron en una villa señorial y que hoy atrae turistas y visitantes sin cuento. Su playa es extraordinaria, bordeada por un cuidadísimo Paseo que forma parte delCamino de la Costa. Imagínense a los peregrinos cansados de las fatigas del camino, llegar a esa playa maravillosa y acogedora. Parada obligatoria, como también lo es probar su afamada tarta de almendras, que solo se puede comprar en una confitería.
Si alguien piensa que la playa de Santa Marina está jalonada de bloques de apartamentos, como Benidorm, se engaña de medio a medio. Lo que flanquea el paseo son preciosos chalets decimonónicos entre cuidados jardines, los que construyeron los indianos que volvieron de hacer las Américas. Muchos de ellos son hoy atractivos hoteles con encanto, en los que es difícil encontrar una habitación en verano.
La Playa de Santa Marina, como telón de fondo de un feliz día en familia
Aunque la playa tiene un innegable toque señorial, hay que decir que es algo pedregosa, aunque muy limpia y cuidada. En Semana Santa se celebra allí cada año una famosa carrera de caballos, como en Sanlúcar de Barrameda. Llama la atención en ocasiones el contraste entre los elegantes parasoles de las señoras tomado el sol y las mochilas de los peregrinos tumbados a su lado en modestas toallas.
Como prácticamente todas las playas asturianas, Santa Marina está escoltada por dos promontorios. A oriente, Monte Cordero, en cuyo lomo destaca la ermita de Nuestra Señora de la Guía, y a cuyo pie entrega sus aguas el río Sella. Al otro lado está el Monte Samos, protegiendo la playa de los frecuentes vientos de poniente.
Playa de Gulpiyuri, Llanes
Playa de Gulpiyuri
Uno de los secretos mejor guardados de Asturias… en los años sesenta. Hoy día viene hasta en las guías y queda demasiado cerca del Camino de la Costa. Aunque los lugareños y los responsables del turismo no dan pistas y cualquiera se puede perder por el laberinto de caminitos sin señalizar que cruzan los prados, todos terminan encontrándola, aunque no sea más que siguiendo a los demás.
Seguro que aún recuerdan aquella película de Di Caprio que se desarrolla en una playa secreta en el interior de una islita de Tailandia, a la que sólo se podía acceder por una cueva bajo el agua. Pues eso es exactamente Gulpiyuri, una versión pedánea de La Playa. Esta playina, sita en un prado en la ladera meridional del acantilado también se comunica con el océano por una cueva interior. Cuando la marea está alta, se puede nadar perfectamente y tomar el sol en su playita de fina arena. Con marea baja, aquello no es más que una arenal.
En los años sesenta no se encontraba a nadie. Por supuesto, los lugareños la conocían, pero no le daban mayor importancia. La verdad es que hasta no estar encima no hay manera de saber dónde se encuentra esta joya que requiere caminar lo suyo entre verdes praderíos.
Es un lugar curioso y original.
Playa de Xagó, Gozón
Playa de Xagó Gozón
La playa de Xagó es un gran arenal situado al este de la ría de Avilés. Su sistema dunar, amplio si bien alterado por la actividad del hombre, cobija numerosas plantas interesantes a la vez que permite largos paseos por las pasarelas que dispone.
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