Playa de Cuevas del Mar, capricho pétreo del Cantábrico
Eres tan terrible y tan calmo con tu mirada azul Cantábrico, que has modelado una belleza pétrea asturiana a tus pies, la playa de Cuevas del Mar.
Se recortan en los acantilados las figuras de unas vacas que tú, Cantábrico las arrullas al pastar.
Y allí, entre verdes intensos y azules profundos, te abres en un abismo enloquecedor que atrapas miradas, corazones y cuerpos ateridos debido al frío contacto con tus aguas.
Cantábrico bravío que has ido acariciando la roca durante siglos y las has moldeado a tu gusto y capricho.
Hueles y sabes a sal… Vistes de gotas de espuma la piel del curioso que se acerca a tu vera para conocerte mejor.
Has creado un paraíso demasiado idílico para todos aquellos que acuden a ti sin ninguna convicción.
Pastos, acantilados, playas, calas, arena, bruma, calor, viento o lluvia…
Quién sabe lo que nos puede sorprender cuando paseamos por el sendero costero y vamos girando por donde la naturaleza nos lleva. Porque si no nos detenemos, el paisaje nos acompañará mostrando miles de matices diferentes.
La playa de Cuevas del Mar es el descanso del Cantábrico. Un mar agotado de combatir desde sus profundidades y que acude a reposar y buscar cobijo en su lecho arenoso y en sus cuevas casi eternas.
Unas esculturas pétreas que solo podremos ver y disfrutar cuando el mar haya dejado de acariciarlas con su sal y espuma.
La playa de Cuevas del Mar es el descanso del Cantábrico. Un mar agotado de combatir desde sus profundidades y que acude a reposar y buscar cobijo en su lecho arenoso y en sus cuevas casi eternas.
Unas esculturas pétreas que solo podremos ver y disfrutar cuando el mar haya dejado de acariciarlas con su sal y espuma.
Cuevas del Mar es una playa tapizada de verde y vestida con piedra que nos resulta muy misteriosa cuando el mar la abraza y nos sorprende cuando el Cantábrico la deja a su libre albedrío durante unas horas.
Prestamos mucha atención porque, cuando sube la marea, desdelas cuevas se escucha el rugido del agua que va entrando sigilosamente a veces…otras, no tanto.
Y de pronto, en algunos minutos, las cuevas y la arena han sido absorbidas por la mar. Ya no existe playa ni escultura, solo una especie de piscina natural encajonada entre montañas y con una pequeña franja de arena.
Entonces, es el momento para pasear y conocer el entorno virgen en el que nos encontramos. Cogemos un pequeño sendero que sale a la izquierda del aparcamiento de la playa Cuevas del Mar y que va ascendiendo por la montaña. Este camino nos lleva a una pequeña cala escondida y hacia la playa de Villanueva.
Un balneario verde que nos predispone a la holganza y la contemplación. A sentarse casi al borde del inquietante acantilado para dejarse llevar por la brisa del mar o de las figuras de las traviesas gaviotas.
Tan solo por las vistas panorámicas que nos ofrece este sendero merece la pena llegar hasta su punto más alto para poder contemplar la pequeña cala y el horizonte costero.
Observamos la silueta rugosa de la costa asturiana tan inquieta y escurridiza que odia el juego rectilíneo de otras largas playas de arena. Belleza salvaje que enamora.
Volvemos a la playa de Cuevas del Mar cuando su amo, el Cantábrico, nos deja verla en todo su esplendor natural.
Un balneario de azul intenso y de frías aguas que nos dejan el cuerpo ‘flotando’ cuando las abandonamos. Como si se elevara y te dejara…
Pero para eso está la cálida arena y el sol que lo volverá a templar de nuevo para sentirnos renovados.
alguna de las cuevas que el mar liberó o la belleza de esa arcada que simboliza esta playa, es uno de los pequeños tesoros que viven entre la rugosidad de las rocas
Chapotear en el agua…te lleva por la inspiración de este paraíso en la costa oriental de Asturias, muy cerca de LLanes.
Cuevas del Mar es pura naturaleza paseando por su sendero costero.
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